sábado, 9 de abril de 2011

Una nueva Semana Santa


El domingo 17 con la fiesta del Domingo de Ramos comenzamos la Semana Santa, las celebraciones centrales de nuestra fe.

En estos días la parroquia (todas las parroquias) se llenan de vecinos del barrio buscando encontrarse de un modo más profundo con el Señor Jesús.

Es muy lindo en estos días santos ver tanta gente que hace tiempo no “pisa la Iglesia” con ganas de renovar el corazón, de confesarse y participar de la Pascua.

¡Qué lindo sería que este año vayamos preparando el corazón desde ahora y no los últimos días!

La Semana Santa es la “Semana del Amor”. Muchos nos quedamos viendo el viernes santo, el Vía Crucis, el dolor y el sufrimiento que Jesús tuvo no nos damos cuenta que es el amor que nos tiene el que movió al Señor a querer morir por nosotros.

Cuando solo nos quedamos en el Viernes Santo, en la Pasión me pierdo de descubrir el amor de entregar su cuerpo como alimento que hace el Jueves Santo en la Última Cena. Esa noche cambio la historia ya que el mismo Dios por el gran amor que nos tiene decide hacerse pequeño y quedarse en ese pedacito de pan. Allí su presencia queda hasta el fin de la historia. Es como que nos dijera “te amo tanto que entrego mi vida, que me hago alimento por vos”.

Quedarse en el Viernes Santo nos hace perder de vista que esta semana termina con la Pascua de Resurrección. Con la muerte en cruz Jesús destruye al pecado y con la Resurrección vence a la muerte que es consecuencia del Pecado.

La Pascua es el signo distintivo del cristiano o al menos tendría que serlo. La Pascua es la fiesta de la liberación definitiva del pecado y el regalo de la vida eterno.

Por la resurrección sabemos y experimentamos si nos dejamos tocar el corazón que el Señor vence y “hace nuevas todas las cosas”.

Estamos llamados a vivir como resucitados, como hombres y mujeres que saben que hay alguien que vino a transformar el mundo, y en primer lugar mi mundo: mi corazón, mi vida, mis relaciones, mi familia, mi barrio, etc.

El Señor en primer lugar quiere resucitarnos a cada uno de nosotros. Quiere dar vida donde hay muerte u oscuridad, donde hay heridas que no nos dejan disfrutar de los dones de Dios. Experimentar el perdón y la resurrección es darle a Dios la oportunidad de la vida nueva.

Jesús nos dice en el evangelio “Yo soy la resurrección y la vida”. No lo dice para el fin de los tiempos sino que lo dice en el hoy. El es vida nueva para nosotros hoy. Nos ama tanto que con paciencia infinita nos espera y ayuda.

En la cruz cargo nuestros pecados y los dolores de todos los hombres, en la resurrección destruyó todo eso y nos dio la esperanza de la vida sin fin.

Los invito en este tiempo a abrir el corazón a la obra maravillosa del amor de Dios y a que vivamos con intensidad estos días de Semana Santa.

Los esperamos. Muchas bendiciones. P. Javier

martes, 5 de abril de 2011

Mas servicios puestos en marcha gracias al compromiso social de muchas personas